La primera cita (capítulo I)
"¿Quién no recuerda el primer día en un nuevo trabajo?"
Algunos atravesaron esa experiencia pocas veces y otros, muchas. En cualquier caso: ¡qué nervios! En esa instancia no importan ni la edad ni el rol a ocupar: a todos nos invaden las dudas y hasta algo de miedo. «¿Cómo serán mis compañeros?», «¿no era mejor quedarme donde estaba?», «¿y si cometo un error, justo el primer día?». Todos nos hicimos esas y otras preguntas y sentimos que estábamos caminando sobre arena movediza. Igual que en una primera cita. Hasta podíamos sentir mariposas en el estómago por ese nuevo camino que empezábamos y por las oportunidades que se abrían, ávidos por saber qué nos depararía esa nueva etapa.
Claro que toda cita tiene otra parte, y en ella también surgen las dudas y la ansiedad acerca de cómo será, cómo nos llevaremos y hasta qué cambios traerá a nuestra rutina laboral «el nuevo compañero».
Afortunadamente, hoy muchas empresas cambiaron su cultura de la bienvenida y cuentan con estrategias muy interesantes para hacer sentir a cada recién llegado como parte del equipo.
¿A vos cómo te fue? ¿Te animás a contarnos cómo fue esa «primera cita» con tu trabajo actual?
«Nos estamos conociendo»
"¡Terminó la primera semana de trabajo!"
O quizás la segunda, la tercera o la cuarta: cada uno tiene su ritmo y los tiempos de adaptación son muy personales. Momento en que empezamos a hacer los balances preliminares. Algunos, sobre cosas más o menos relevantes que hacen al día a día («qué fácil es llegar», «qué rico es el café», «qué lindo es el lugar»). Otros, sobre cuestiones trascendentales, como la calidad humana de los nuevos compañeros y cómo nos sentimos con ellos. Y otros, sobre lo estrictamente laboral: desafíos, aportes que queremos hacer o qué oportunidades de progreso vemos con más claridad en esta nueva etapa.
Entonces nos damos cuenta de que tenemos ganas de volver el lunes y vemos que de a poco se abre una puerta. «Creo que el cambio valió la pena», «qué bien que me recibieron», «estaría bueno hacer un curso sobre ese tema»: sí, nos damos cuenta de que nos sentimos bien, de que estamos donde queremos estar. Estamos entusiasmados porque confían en nosotros, las responsabilidades que nos asignan son cada vez más grandes y sabemos que hay un equipo que nos cobija.
¿Recordás cómo fue para vos ese proceso de adaptación? ¿Cuánto tiempo tardaste en sentirte a gusto en tu trabajo actual?
«Cuando la pasión nos envuelve»
(capítulo III)
"Pasa un tiempo más,"
ya nos sentimos completamente a gusto con el ambiente de trabajo, ya es nuestro lugar. Pero, sobre todo, generamos muy buenos vínculos con nuestros compañeros. Ahora sí tenemos la certeza de que tomamos una gran decisión. Y entonces nos involucramos de otra manera, quizá porque empezamos a imaginarnos un futuro allí.
El entusiasmo nos hace comprometernos cada día más. Participamos más, proponemos más y nos vamos convirtiendo en protagonistas de nuestro propio recorrido laboral. Ayudamos a los demás a dar su mejor versión porque ellos también nos ayudan a dar nuestra mejor versión y nos hacen sentir valorados.
Nuestra impronta comienza a aparecer en la dinámica del equipo, en las ideas y en los proyectos. Sentimos un genuino entusiasmo por estar y seguir formando parte. Y de un día para el otro, casi como un flechazo, nos damos cuenta de que somos de esos afortunados que sienten pasión por lo que hacen cada día.
¿Vos viviste alguna vez algo así? ¿Estás justo atravesando esa etapa? ¿Sentís que nunca se va a acabar?
«El tiempo de la madurez: un proyecto en común»
(capítulo IV)
"¡Último capítulo de esta serie dedicada al Mes de los Enamorados (de su trabajo)!
"
Después de los nervios iniciales, de conocernos con nuestros compañeros y de familiarizarnos con el lugar, de entusiasmarnos con nuestro futuro y hasta de sabernos fascinados con nuestro rol, la rutina pone a prueba todo lo que sentimos. Desarrollamos una complicidad única con todo el equipo. Establecimos un ida y vuelta con nuestro empleador: sabemos que apostó por nosotros, nos capacitamos, sumamos experiencia y tenemos aportes tan valiosos como únicos para hacer. Estamos cómodos y seguros, el futuro ya está claro, hay un camino de progreso definido y queremos seguir ahí. ¿Un nuevo trabajo? Ni se nos cruza por la cabeza, pero…
Quizá un día aparezca la sensación de estancamiento y entonces empecemos a buscar nuevos horizontes profesionales. Y, entonces, un día tomamos la decisión de partir y dejar atrás una gran etapa, tal vez muy extensa, tal vez breve. Pero si fue intensa (en el buen sentido) y enriquecedora, es muy probable que nos resulte inolvidable y la recordemos siempre con mucho cariño. Y si un equipo, además de haber cumplido con las metas que se propuso, logró dejar esa marca en nosotros, ¿no se puede decir que lo logró todo?
¿Tuviste alguna vez una experiencia así? ¿Algún paso tan fugaz como inolvidable? ¿Un empleo que nunca ha dejado de estimularte y sorprenderte? ¿Querés contarnos eso que alguna vez te pasó o te sigue pasando?